«No puedo recomendar su lectura con más insistencia... Uno de los mejores libros del año».

Phil Williams, Times Radio

«Kennedy es hábil tejiendo una trama en zigzag, combinando giros en ambientes domésticos con giros provocados por asuntos globales».

The Observer

«Es imposible leer a Kennedy y no sentirte parte de su historia».

Laura Riñón, escritora y librera

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¿Cómo definirías tu literatura?

Hablo de la complejidad de las relaciones humanas (entre familia, entre amantes, entre amigos) y del destino. De esa manera asombrosa en la que siempre terminamos siendo los dueños del mismo.

¿En quién o en qué te inspiras para escribir tus historias? ¿Y para crear a tus protagonistas femeninas? Suelen ser mujeres fuertes, valientes, feministas, inteligentes… ¿hay algo de autobiográfico respecto a las mujeres de tu vida?

Mi madre era una mujer maníaco-depresiva, profundamente atormentada, que odiaba ser ama de casa, pero que tampoco tenía conciencia de sí misma. Mi feminismo comenzó observándola. No era la persona más agradable, pero también sentí una enorme empatía por la triste vida que llevaba. Creo que una de las razones por las que he podido escribir sobre las mujeres de forma realista es porque todavía estoy intentando comprender a mi madre.

¿Dónde escribes?

Puedo escribir en cualquier sitio. En el metro, en un tren o en un vuelo, en una cafetería llena de gente. En casa escribo en el sofá. Tengo una sola regla: escribir todos los días, dos páginas.

Me gusta escribir en medio de la vida que pasa a mi alrededor. Porque ese es mi objetivo: la vida que pasa a mi alrededor.

Un novelista que te haya influido y una recomendación.

El novelista que más me ha influido es el ya fallecido Graham Greene. Era a la vez popular y eminentemente serio. Viajó por el mundo y comprendió que todos estamos turbados y aquejados por las grandes cuestiones existenciales que no podemos resolver.

Un novelista que recomiendo es Raymond Chandler. Es uno de los grandes escritores en lengua inglesa que reinventó la novela policíaca como retrato de una sociedad estadounidense darwinista en la que el dinero es la única meta.

Hay cuatro temas esenciales en tu obra: la historia, los cambios políticos y sociales de los últimos 50 años, la familia y las relaciones sentimentales. ¿Por qué son importantes cada uno de ellos?

Desde los antiguos griegos, un tema central de la literatura ha sido el modo en que las fuerzas sociopolíticas afectan a la intimidad entre padres, hijos y amantes. Sigue siendo un tema central que subyace en todas mis novelas.

Hay otro tema que siempre está presente, la religión. ¿Qué peso tiene en tu obra y por qué es importante en tus historias?

Mi madre es judía, mi padre católico. Ambos tienen un poco de culpa. Desde mis primeros libros de viajes, cuando pasé tiempo con fundamentalistas islámicos en Egipto y cristianos nacidos en Estados Unidos, me ha fascinado esa necesidad tan humana de la fe. Es una piedra angular de la condición humana: ese deseo de que te respondan a los misterios esenciales de la vida.

Si tuvieras que recomendar alguna de tus novelas novelas a un desconocido, ¿cuáles elegirías y en qué orden recomendarías su lectura?

Le diría al lector que empezara por En busca de la felicidad y que luego leyera mi actual novela, Los hombres tienen miedo a la luz. Las dos tienen un tono diferente pero tratan del modo en que lo totalitario (el macartismo, en la primera, la locura del debate sobre el aborto en la América contemporánea, en la segunda) impacta en las vidas individuales.

En busca de la felicidad es en España tu novela más leída. ¿Qué tiene de especial?

Es una profunda historia de amor ambientada en la América de la posguerra. La protagonista es una mujer independiente que intenta seguir siéndolo en medio del conformismo de la América de los años cincuenta. Una historia de traición personal y social, ya que los horrores del macartismo acompañan la narración. Y también es una novela de gran alcance y resonancia histórica. Me alegra mucho que, veintiún años después de su publicación, siga conectando con los lectores.

Los hombres tienen miedo a la luz, es tu última novela, la más arriesgada y diferente hasta el momento. En ella das el paso prácticamente al thriller y nos sitúas en la actualidad de la ciudad de Los Ángeles. ¿Por qué este escenario?

Esta novela es, en efecto, un roman noir, pero que se enfrenta a las profundas divisiones que imperan hoy en día en todos los países. También trata de la muerte de la clase media y examina los extremismos de nuestro tiempo. Trata de un conductor de Uber de casi cincuenta años que ha seguido todas las reglas de la vida estadounidense, pero que ha sido desechado por la sociedad. Como tal, es una novela que se ocupa de las principales angustias del momento... y que te mantendrá leyendo hasta altas horas de la noche.

América, siempre has dicho, está dividida en dos mitades que se odian, irreconciliables. En Los hombres tienen miedo a la luz, destacas que hoy está más dividida que nunca, ¿por qué? En Europa también se está produciendo esta división, ¿te parece que estamos en un proceso de americanización social?

Creo que la corporativización de la vida moderna –la uniformidad de la monocultura, la Uberización de la economía moderna, la caída de la clase media– nos ha llevado a un punto de crisis en la mayoría de los países occidentales. La sombra del extremismo está ahora en todas partes. Es un momento alarmante. Y mi novela refleja esa terrible ansiedad con la que lidiamos a diario.

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